domingo, 30 de agosto de 2009

¡OH MODERNIDAD! Por Óscar Hernández

Inspiras en los hombres los más grandes anhelos,
los más bajos instintos, las más grandes emociones.
Convirtiéndote en espejo de nuestra más profunda esencia.

Con tu mirada a veces dulce, a veces irascible
Reflejas en los hombres, las más bellas obras
Las más horripilantes guerras

Apareces apacible para el que te venera
Cuan confortable vida quiera inspirado en ti llevar.
Aunque a veces luzcas plácida y fácil de observar.
En otras luces espesa cómo la bruma
cristalina como un manantial.

Me permites desplazarme más cerca donde quiera
Sin importar lo que pase con los que me rodean
Reprimiendo sentimientos y afectos donde llegas
Te disfrazas, de terciopelo, de efectivo, de buen porte
Y condicionas al hombre cuan objeto comerciable sea.

TIRANÍA O DEMOCRACIA Por Óscar Hernández

Tiranía o Democracia, no se sabe cual apoyar.
Pues ambas tienen como estandarte defender la libertad.

Dependiendo de la orilla se es terrorista o héroe nacional,
Se defiende al coterráneo o se ataca al radical.

Proclamando derechos como la igualdad o la libertad,
Se silencia al diferente y se aclama al igual.
Calificando al rebelde como un villano más.

Cuan prostituido se haya aquel calificativo,
Que del color de la bandera depende el trato preferencial.
Gobernante Democrático o Extremista Radical
Ambos Gobernantes,
Pero diferentes de tratar.

domingo, 23 de agosto de 2009

Letras, palabras, promesas y silencios. Por P.A.C.H.O

Letras muertas

Una vez las letras se juntaron para componer melodías en frases de singular belleza y alegría. Con ellas las sonrisas brotaban de almas generosas y entregadas, que con regocijo se encontraban en las mañanas para observar el alba con su esplendor sobrecogedor. En una noche fría e implacable en que una de las almas traicionó a su compañera con el olvido, quien llegó cual otoño marchitando las letras y convirtiendo la tinta en barro, acabó con las sonrisas sinceras y dejó al alma en pena.

Palabras vacías

Los sonidos componían poemas e historias de lugares lejanos, sensaciones cándidas, delicadas, paisajes sublimes. En perfecta sincronía formaban acordes y melodías que alimentaban el amor más hermoso que dos corazones compartían con gratitud y alegría. Pero los corazones olvidaron la palabra y los campos se quemaron con el invierno que se apodero de las tierras y de la voz que nunca más volvió a cantar.

Promesas rotas

Dos destinos se hicieron promesas mientras compartían una flor, la cuidaban por igual, admirando su belleza y gratitud sin igual, les dio alegría, les dio paz, pero las promesas se rompieron y con ellas la flor marchitó.

Silencios cortantes

Los silencios cansados de vagar en la nada, le pidieron al viento que le diera el don de la palabra, el viento sin poder hacerlo le ofreció ser el dueño de la mirada de dos amantes cuando no hubiese palabra alguna entre ellos. Los silencios alegres se emocionaron con la generosidad del viento y con prontitud aceptaron. Mientras los amantes sin decir palabra alguna se miraban, los silencios llevaban el amor de un alma a la otra, llevaban de un lado a otro los mensajes secretos. Pero una vez el amor acabo, los silencios se perdieron en los laberintos de la tristeza y el olvido. Con el tiempo se volvieron cortantes, pausas amargas e incomodas, en un tal vez, en solo llanto.



La Paradoja Láctea. Por Óscar Hernández

Antes de empezar a narrar esta historia quiero hacer alusión a los dos contextos que inspiraron la escritura de esta historia. El primero corresponde a una región llamada por los aborígenes de sus tierras como Sugamuxi o tierra del sol, territorio reconocido no sólo por la actividad siderúrgica y por ser la puerta al llano del departamento de Boyacá, sino por tener una alta producción lechera en su vasta extensión. De otro lado se encuentra la ciudad de Barrancabermeja (Santander), ubicada en el Magdalena Medio mejor llamada el puerto petrolero, la cual además de tener un importante desarrollo en la industria petroquímica, se caracteriza por actividades agrícolas como el cultivo de palma africana, la ganadería y la piscicultura.

Bueno pero para no cansarlos con más preámbulos aquí va la historia, corría el año 2008, más exactamente mediados de junio, cuando una noticia hizo eco en mi interior. Un afamado ministro de la cartera de agricultura acababa de iniciar uno de los combates más importantes contra un cartel, nada más y nada menos que el cartel de vendedores de leche cruda Hasta aquí la noticia no tendría nada de raro, sino fuera porque los acusados de conformar este cartel son la gran mayoría los campesinos colombianos, los cuales viven en extensiones de tierra no superiores a 10 hectáreas, dentro de las cuales no alcanzan a tener más de 10 vacas de las que derivan sustento diario.

La acusación del ministro no paró en lo anteriormente dicho, este lanzó una aseveración, en la cual decía que había un cartel de la leche cruda dedicado a echarle formol a leche, -si señores formol, el mismo químico que es empleado para alistar los muertos antes de su último viaje-. En ese momento pensé en términos coloquiales, “No joda este ministro no le basta con imponerles un precio a los productores de leche de $500 pesos litro, y ahora se viene a inventar tremendo escándalo, lo único que falta es que diga que los productores avícolas le están haciendo competencia desleal a los grandes empresarios de esta industria, porque a diferencia de los últimos los primeros no necesitan darle purina a los pollos sino alimentarlos de las lombrices, grillos y otros productos que se encuentran en sus fincas.
Para mostrarles lo absurdo de la política implementada, les voy a mostrar algunas cifras recogidas en dos viajes realizados a Barrancabermeja y Sogamoso, las cuales si bien no fueron hechas con el rigor profesional de una encuesta técnica, si pueden ser comprobadas por un ciudadano del común que habite o haya visitado alguna de estas regiones.

13 de Enero de 2009
El camión de la leche está a punto de llegar a la vereda de Togua, municipio de Firavitoba Boyacá, como lo suele hacer desde hace ya 20 años. Don Hipólito pasa recogiendo en su Renault 4 modelo 84 algunas cantinas de leche de las veredas de este municipio, siendo las 6 de la mañana abordo a don Hipólito y le hago la siguiente pregunta:

- Entrevistador: ¿Don Hipólito a como le compran ustedes un litro de leche al productor?, a lo que él respondió
- Don Hipólito: A $ 500 litro,
- E: ¿Y a cómo lo compraban hace un año?
-DH: A 700 patrón
- E: ¿Y qué pasó porque ha bajado tanto el litro de leche?.
- DH: En primer lugar no sé si usted sabe pero hay una sobreproducción de leche y desde que el gobierno regula las tarifas en vez de recibir más ganancias, el precio se ha bajado, lo que si no baja es el costo de las vacunas y las consultas de los veterinarios.

Después de esta conversación caminé hacia la cabaña en la cual me estaba quedando, en ese momento Doña Anais se acercaba con una cantina con una capacidad de 5 litros de leche, cuando me aprestó a preguntarle ¿A cómo vende usted el litro de leche?, ella me responde: “que a $1.200”.

Yo me quede sorprendido, primero porque una bolsa de leche de las que usamos en la ciudad ya ronda los $2.200 y segundo porque cada día en vez de leche tenemos una agualeche, lo cual hace que productos como la mantequilla, el suero [1] y otros derivados lácteos sean prácticamente imposibles de obtener de manera artesanal.

10 de Junio de 2009
El ejercicio esta vez se realizará en Barrancabermeja, esta vez trascurre una tienda, en la cual compré una bolsa de leche entera que me costó $1.800, escuchen bien $500 pesos menos que en Bogotá. Sin embargo como no sólo quería saber cuánto valía una bolsa de leche, sino que quería ver si aún podría encontrar leche cruda. Así que en la reconocida avenida del ferrocarril de esta ciudad llegaba una vieja camioneta FORD 50 con unas cuantas cantinas, cuando pregunto por el precio del litro de leche, el conductor me responde que es $1.500, unos $300 pesos menos de lo que cuesta la bolsa tradicional.
Muchos se exclamarán leche cruda ¡gas!; para la información de los lectores la leche cruda sigue siendo una importante materia prima en el campo gastronómico, especialmente en esta regiones como la Caribe y el Magdalena Medio, las cuales contribuyen a la elaboración de productos como: El bollo limpio, bollo de mantecado, entre otros, los cuales son el sustento de miles de familias que hoy se encuentran agrupadas en cooperativas y gracias a esto pueden derivar su sustento diario.
Al finalizar este pequeño ejercicio vivencial es importante mencionar dos hechos importantes, pocos meses después de que el ex ministro mencionará el surgimiento del cartel de la leche se encontraron varias irregularidades en dos de las más importantes procesadoras de leche de Bogotá, encontrándose en ellas dentro del producto final partículas de maicena, si señores la misma con la que nuestras nos hacían la colada. Por si no fuera poco meses después de esta otra noticia, miles de consumidores estuvieron en peligro de sufrir una intoxicación, derivada de la mala limpieza en uno de los tanques encargado del proceso de pasteurización en una planta productora de leche.

Ante los hechos anteriores cabe preguntarse quienes son los delincuentes los campesinos y las personas que derivan su sustento de productos elaborados a base de leche cruda o los funcionarios y productores que ponen en peligro la salud y la vida de los consumidores al no contar con las medidas de protección suficientes para que estos hechos no ocurran.
Las noticias no dejan de ser alentadoras, ya que se acaba de crear una nueva contribución a los productores de leche, la cual tiene una tarifa de $25 pesos por litro, dicha tasa fue creada con el fin de comprar los inventarios sobrantes de leche al productor, es decir ahora el campesino recibirá $475. Al ritmo que vamos el 25% de la población de nuestro país que vive en zonas rurales, sino va a terminar desplazada por la violencia, si lo hará por este tipo de políticas absurdas[2] .

[1] Para los que no tienen conocimiento el suero es un derivado lácteo el cual suele ser empleado en platos de sal de la costa Caribe colombiana, su origen no es exactamente colombiano sino árabe.

[2] Dentro de las políticas absurdas que tiene Colombia en la materia es importante mostrar que hace aproximadamente un año se sancionó una ley en la cual se prohibía la crianza de gallinas y pollos criollos por parte de pequeños productores para ver más información respecto a esta noticia ver la Resolución 957 de 2008 del ICA (Instituto Colombiano Agropecuario) ttp://www.fenavi.org/fenavi/publicaciones.php?idm=5&pub=742&ft=3. Recuperado el 17 de junio de 2009

lunes, 17 de agosto de 2009

Maldita poesía. Por Álvaro carreño

Cuando el corazón se arruga
La conciencia se pierde detrás de la tristeza,
El silencio no es bueno y la fiel soledad te acompaña,
¡Es mejor explotar que enloquecer!

Llora hombre rico en virtudes
Pleno de sensibilidad.
La vida te abruma y la maldad en aquella oscura esquina,
Espera que te acerques queriendo abrazarla.

Escribe tus versos bajo el susurro del alma y,
Calla las mentiras que la razón quiere imponerte.
Siente lo hermosa que es la vida,
Témele a la muerte, cuando ella te abrace el placer se esfumará.

Ese dios que te abandonó aquella noche
Cuando se fugaron tus ilusiones al más allá,
Te convirtió en el extraño ser que sufre por placer.
Ahora tienes la fascinación de componer canciones nostálgicas
Contando aquellos momentos en que reíste.

Aunque te motiva el amor
Eres vulnerable y la realidad te hace odiar.
Malos pensamientos te acorralan,
Mátalos con poesía.

sábado, 8 de agosto de 2009

Los celulares y sus similares: catalizadores de una masiva e incontrolable incapacidad para estar consigo mismo. Por Laura Pérez

La especie humana lleva milenios funcionando en este mundo. A lo largo de su eterno vagabundear, el ser humano ha sido capaz de concertar encuentros de todo tipo con sus semejantes, de construir obras colosales, de comerciar entre culturas, de organizar y dirigir guerras épicas, incluso de forjar imperios inmensos y unificar poblaciones y extensiones de tierra bajo formas sociales y culturales específicas. Realmente, nuestra especie ha hecho grandes cosas desde tiempos inmemorables, tanto buenas como malas, y de alguna manera todas las personas que han vivido en este mismo planeta antes de nosotros se las arreglaron para todo esto sin un solo celular o beeper.
¡Sin celular, ni beeper! La sola idea resulta descabellada para cualquier descendiente contemporáneo del hombre de las cavernas: vivir en un mundo sin bultos de bolsillo que sirven para que otros lo monitoreen, hostiguen, acosen, o interrumpan inoportunamente a cada momento de cada día, y no morir en el intento. ¿Acaso es esto posible? Ciertamente nuestras empresas multinacionales de comunicación celular se han encargado de convencernos de que no: si queremos insertarnos debidamente, debemos estar accesibles y dispuestos a cada momento, con nuestro bultito prendido cerca de nosotros para poder responder pronto. Hicieron tan bien su tarea, que esto se volvió una especie de regla tácita de comportamiento social que debe no inflingirse. El teléfono celular debe contestarse a la mayor brevedad, so pena de causar un ataque de paranoia en el compañero sentimental de turno, o de sospecha o angustia en los padres, o incluso de descontento laboral en los jefes, con repercusiones de diversa magnitud.
¿Dónde queda la privacidad? Los teléfonos celulares tienen la facultad sobrenatural de sonar en los momentos más inoportunos, y esta falta de tacto para hacerse presentes ha tomado tal magnitud que se espera que suene con alguna frecuencia y regularidad, de manera que si esto no pasa durante algún tiempo, una extraña sensación de rechazo social puede inundarnos y hacernos sentir vacíos en un entorno donde todo el mundo recibe llamadas y éstas son sinónimo de popularidad y amistad. Si nuestra sociedad ha llegado al punto de conformarse por personas ansiosas que dependen de artefactos repetidores de voces ajenas para sentirse apreciadas, si la ausencia de estas repeticiones causa desasosiego y existe un franco temor a que el celular no suene, a no tener a quién llamar para almorzar o para devolverse a casa, a no tener a alguien para gastar minutos, puede decirse que hemos alcanzado un punto alarmante de incapacidad para estar con uno mismo.
Las personas se buscan ahora como buscando ese impulso básico que los hará funcionar, aunque ése no es el problema de fondo: el problema es que las relaciones que las personas utilizan para este impulso se establecen a base de minutos fugaces de conversación por celular, por mensajes de texto mal redactados enviados de equipo a equipo, y muchas veces se quedan en un nivel superficial que, antes que transmitir tranquilidad y serenidad para abordar la vida, siembran aún mayor estrés y nerviosismo, no logran calar en el interior de las personas y, en cambio, las hacen contentar con conexiones mediocres con otros individuos.
Alguna vez leí que hay una diferencia entre la soledad física y la soledad interior. La primera le permite a uno estar absolutamente solo en una habitación, sabiendo que en algún lugar del globo anda alguien que uno aprecia y que lo aprecia a uno, sintiéndose tranquilo y en paz con el mundo. La segunda causa angustia, tristeza, y desespero por dentro, incluso si uno se encuentra en un salón atestado de gente. Es un ejercicio interesante andar sin celular por un tiempo, desconectarse de ese impulso ya casi instintivo de contestar, de enviar mensajes, de llamar en todo momento: obliga a enfrentarse con uno mismo, con las manos de uno sin nada que cargar permanentemente, con el silencio de la mente y los labios de uno. Y sirve para evaluar qué tan bien de relaciones interpersonales anda uno, así como la calidad de conexión que se tiene con uno mismo.

Cosas ni tan inauditas que pasan en la universidad. Por Natalia Orduz

A pesar de mí, a pesar del impulso que siento cada mañana por deambular tranquilamente por las calles o por un bosque y mirar detalladamente las hojas, las texturas los colores y sobre todo mirar para arriba y no sólo lo que se puede pisar y lo que significa un obstáculo y descubrir que quizás en una ventana hay una enredadera o que una nube sube por teleférico a Monserrate (es verdad, sobre todo en estos días de llueve), a pesar de las ganas que me dan de quedarme mirando el mundo, me toca seguir con mi maleta cargada de códigos a reventar y yo a reventar de jartera a una clase de derecho.

Antes de entrar procuro respirar profundo, hacerme la idea de que voy a aprender algo útil, que a veces es necesario soportar el aburrimiento y el tedio porque todo tendrá luego una feliz recompensa, cuando pueda ayudar a alguien o qué sé yo.

Pero a veces es como si conspirara el mundo para obligarme a hacer zen, porque además de que el salón queda en un edificio que se llama el galpón y es tremendamente encerrado, y cualquier ventana o puerta que uno abra le da la bienvenida al chillar de un magnífico taladro, veo y escucho de mis (futuros? Colegas?) ciertas cosas que ya empiezan a revolcar otra vez mis mareadas tripas.

Una breve anécdota inaudita para mí, aunque creo que para muchos lo inaudito es que para mí sea inaudita. En fin. Yo estoy, casi comos siempre, sentada al lado de Naranjo, quizás por mi nostalgia de no estar junto a un árbol, y el profesor escribe en el tablero. Repentinamente se queja, ¡ajjjjj, el mismo pelo que no me ha dejado escribir en todo el semestre! Mi voz interna se pregunta, juro que ingenuamente, sin saber la respuesta: ¿por qué no lo quita si lo ha molestado tanto, por qué no lo quitó la primera vez que lo vio? Y un alto porcentaje del salón me responde con algunas risas y algunos sonidos medio guturales que suelen significar ¡qué asco!

Y ahí miro la cabeza de cada uno y me pregunto si les da asco lo que crece con fértil abundancia del magnífico espacio que están tratando de hacer nutrir en esa clase, bueno, aunque el profesor es un poco calvo. Y miro, con orgullo, mi pelo y digo, si es tan bonito, seguro que no da asco. Luego creo entender que lo que les da asco es que un pelo sin dueño esté colgado por ahí, casi como si estuviera dentro de la comida y hubiera riesgo de comérselo. Bueno, aunque me dio un poco de tristeza que cierta humanidad esté llegando a un puerto en el que le produce una sensación de asco algo tan natural y diminuto como un pelo en el tablero, volví a respirar profundo y procuré mantener la calma.

Justo cuando estaba exhalando, un compañero, con las risitas de sus compañeros (acabo de encontrar un pelo en el teclado) le pregunta al profesor: ¿Me da un cinco si quito el pelo del tablero? y como no es un chiste, lo sé porque un cinco es TODO menos un chiste, ahí sí que no entiendo qué está pasando con la escala de referencia de los ascos.

A ellos les da asco un pelo en el tablero, pero pueden sacrificarlo por una nota. Bueno, a mí me da doblemente asco: que les de asco un pelo en el tablero y que además hagan algo con asco por un pinche cinco. A estas alturas creo estar concluyendo, que en realidad necesito una doble dosis de zen, porque la del problema del doble asco, soy yo.