sábado, 8 de agosto de 2009

La constitución para el conservador. Por Andrés Páramo

TALANTE es un periódico interuniversitario de gran talante. Siempre que sus directores lo alojan en las estanterías de la Universidad tomo un ejemplar y me adentro en alguno de sus artículos. ¡Y qué maravilla es TALANTE! La calidad estética de su impresión, la tersura del material, las fotografías que engargolan con cada artículo, los fuertes trazos azulados, la distribución del espacio y sobre todo, su variedad. No la ideológica, porque TALANTE es un periódico conservador, neo – conservador; me refiero a la variedad de temas. Hay hasta un Sudoku (juego en el que me siento totalmente impedido) para los que les gusta. Es un proyecto de estudiantes que lleva alrededor de cuatro años y sobre el que se ha avanzado bastante. Me atrevo a decir incluso que este periódico me ha otorgado la posibilidad de enterarme y hasta plantearme posiciones distintas a las que yo tengo para apreciar las problemáticas del mundo.

He leído desde artículos que ostentan una investigación profunda (una radiografía crítica del Che Guevara), hasta entrevistas con personalidades políticas importantes (como el ex Ministro del Interior y de Justicia el conservador Carlos Holguín Sardi, quien no es destinatario de mis afectos, pero bueno, entrevístenlo a ver si es tan fácil). Sin embargo, cabe anotar, y cómo no, que en el periódico éste siempre hay un par de artículos que despotrican desde una visión conservadora llevada hasta el extremo. Y bien, como yo no me aguanto esto (ni casi nada), quiero referirme a uno.

En la penúltima página de su última entrega un estudiante (de derecho, me imagino, aunque no espero) titula su artículo: “La Constitución Política de 1991, el Tren de la Anarquía”. Un amigo mío lo leyó en voz alta dentro de uno de los tantos acogedores cafés que rodean la Universidad y mi primera reacción fue la risa. Cómo no, parecía una de esas burlas hechas por el inigualable Jaime Garzón en los años de Samper, estelarizando al loco, extremista 8y entre líneas, sarcástico)conservador Godofredo Cínico Caspa, de verdad. Por un instante quise divertirme más y lo leí tratando de emular el personaje del difunto crítico. Después empecé a ver con más profundidad el asunto. ¿Será una burla?, ¿estará mamando gallo? No creo. El objetivo central del texto es mostrar cómo la Constitución nuestra, la del noventa y uno, se urdió en un ánimo por consagrar un amplio espectro de derechos sin darle un recíproco número de deberes. Esto conlleva (y citan al profesor José Galat), a caer entonces “en un individualismo irresponsable, en demagogia y en una tiranía”.
Vamos entonces por partes.

Para el autor es un desequilibrio abismal el hecho de que una Constitución consagre “ochenta y tres artículos para libertades, pero sólo uno para deberes”. En la práctica estos derechos requieren de mucha financiación, lo que hace del texto constitucional un intento demagógico y populista, conductor a la anarquía. Ah bueno, en algo sí estoy de acuerdo con este señor, y es que es verdad, en Colombia los derechos son muy difíciles de adquirir, y en muchos casos se han vuelto letra muerta, eficacia simbólica, entelequias, embelecos. Pero eso no es un error del texto, sino de la falta de apersonamiento que tenemos por él. Acá, no me caben dudas, debemos recordar que hay vida, y consagrarla por escrito, para que de alguna manera nosotros mismos usemos los mecanismos para protegerla. Cuando haya libertad, dignidad, vivienda, justicia, paz y dejen de ser espejismos gracias a nuestras propias acciones, entonces me pueden envolver el librito y mandármelo para el chorizo. Pero hoy no. Porque de eso no hay absolutamente nada.

¿Ahora a qué deberes se refiere mi amigo en su texto?, ¿cuáles?, dígame cuáles porque de verdad no se me ocurre nada. ¿Cómo los que ya hay en el ordenamiento civil por ejemplo?: “Las abejas que huyen de la colmena y posan en árbol que no sea del dueño de esta (sic), vuelven a su libertad natural(…)” O las del Código Penal: “el que matare a otro”, o de las del Código de Comercio: “En los negocios mercantiles, cuando fueren varios los deudores se presumirá que se han obligado solidariamente.”
Yo tengo una duda, ¿cuáles deberes?, o sea, ¿faltan deberes en el ordenamiento?, o ¿faltan en un texto normativo superior como la Constitución? ¿Derogamos todos los códigos y leyes vigentes y hacemos un sólo compendio constitucional?, yo la verdad no le entiendo nada. ¿Deberes como ciudadanos?, ¿deberes respecto del ejercicio de vivir? No entiendo. Debería decir cuáles para hacernos esta faena más interesante.
Dice lo siguiente: “la carta política de los colombianos es una constitución individualista, antifamiliar, narcofílica, centrífuga, feudalizadora, antipresidencial, clientelista y anarquista”.

Como dijo un amigo ¿Qué carajos significa que una Constitución de un país sea centrífuga? Lo que más me gusta preguntar a mí es el por qué de las cosas. Y a cada uno de estos adjetivos que expone con tan poca rigurosidad el autor me gustaría preguntar aún más: ¿Por qué todos?, a ver, uno al azar…… ¿por qué diablos anti – familiar? Son un montón de calificaciones sin explicación. Ya, eso es. Nada más. Dejemos así a ver si alguien lo lee y lo comparte. No, no, no, no, no. Así no son las cosas. Menos si lo dice en ese tono tan altanero. A ver, ¿por qué? Y ahí sí entramos a discutir como se debe.

Al final suelta esta maravilla: “los pueblos pueden soportar hasta la tiranía, pero no el desorden permanente, la impotencia de la autoridad y de la institucionalización de la anarquía”, otro enemigo de los matices, rasgo característico de la personalidad colombiana. Pues no. A mí no me gusta ni la tiranía, ni el desorden. Además qué tal éste, echándole la culpa a la Constitución el hecho de que vivamos en una anarquía (porque eso sí es cierto, en ese régimen vivimos), si eso hace parte de nuestra idiosincrasia histórica. Acá todos hacen y han hecho lo que les da la gana. ¿O no despedazaban seres humanos por cuenta del bipartidismo estúpido hace cincuenta años?, ¿o candidatos a la presidencia no mandaban apagar el país para robar elecciones a otros? O ¿Pablo Escobar y la guerrilla y los paras no existían? Tan fácil que es encontrar un chivo expiatorio.

Mi amigo, éste es el país más loco del mundo, tenemos la suerte y la desdicha de vivir en él. Y bueno, ¿qué tiranía pueden soportar los pueblos?, porque mi colega al principio dijo que la Constitución nuestra llevaba a una tiranía (¿Lo recuerda el lector?). Ahora me salió con inconsistencias en el texto.

Lo único que quiero saber es qué tipo de Constitución quiere tener. Pues sí, al final en un párrafo dice: “inspirada en los altos valores espirituales y morales del cristianismo y que en realidad cambie el sistema por uno más justo, honesto y auténticamente democrático……” , pero eso es decir prácticamente nada. Es una aspiración botada al aire (al papel, mejor) que no propone nada.
El cristianismo…..católico, me imagino, el de la Santa Iglesia Católica Apostólica Romana, la que torturaba gente en los sótanos de los templos de los pueblos colombianos de Boyacá, la que tiene al interior a curas pederastas que violan los derechos de los niños violando a los niños. ¿Con esos valores o con los que pregona en la misa?, no matarás (ya está), no robarás (ya está) no codiciarás a la mujer del prójimo (para dicha mía no está). Pero bueno, pasemos del chiste. Yo creo en Dios, y en un Dios muy cristiano aunque no me lo crean. Lo que más me gusta de creer en Él (aparte de todas las razones espirituales claro) es que tengo la libertad de no creer. O de creer en el ascenso espiritual e interior del budismo, o en las enseñanzas del Corán siguiéndolas al pie de la letra, o en el paraíso terrenal prometido por los testigos de Jehová o en el dios de Fernando Vallejo, el Señor Satanás que sobre la noche reina.

Lo que se me dé la gana, que no es anarquía, sino libertad. Y entre todos esos decidí creer en uno. Pero no para que se lo impongan a todos por Ley, y mucho menos por Constitución, eso es un abuso. ¿Y entonces los que no creen? Yo me salvaría a pesar de mi actitud irreverente. Pero, ¿y los que no creen? ¡a las mazmorras! Que por algo están todavía en los sótanos de las Santas Iglesias Católicas Apostólicas Romanas. ¡A confesar! Y así volvemos al pasado, porque todo tiempo pasado fue mejor: “A los acusados los encerraban en celdas aislados, les impedían ver a los familiares y les ocultaban los nombres de sus acusadores. Al que no confesaba pronto le aplicaban como aperitivo las empulgueras, unas abrazaderas que se cerraban con un tornillo y que iban triturando y dislocando dedos. ¿No confesaba? Lo pasaban entonces a las botas quiebratibias, para sentarlo luego en la silla ardiente a descansar: una silla con una hornilla bajo un asiento metálico erizado de clavos afilados que se calentaban al rojo vivo. ¿Seguía sin confesar? Le dislocaban entonces los brazos y las piernas en la rueda o en el potro de la tortura” ¡Qué lindo, qué lindo!, ¿Saben qué? Me uno al proyecto con una condición, denme ejemplos de la nueva Constitución, porque la verdad madera para burlarme de la gente tengo mucha, pero espacio acá no tanto. ¿Cuál es el proyecto?, la idea, el espíritu, el principio rector sobre el que se establece. Cuenten.

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