sábado, 8 de agosto de 2009

¿El círculo de opinión política?. Por Ana Bejarano

El 25 de Septiembre del 2008, me preparé para asistir a una supuesta conferencia sobre el Holocausto del Palacio de Justicia, donde figuraba una discusión con el Coronel Plazas Vega. Como la cosa pintaba interesante, invité a dos compañeras Uniandinas. Al darnos cuenta de que la “conferencia” era en el Cantón Norte, todo empezó a ir cuesta abajo.

Cuando logramos pasar por las quince revisiones de seguridad y llegar al salón donde se ofrecería la conferencia, él estaba ahí. Es un hombre imponente, e imponentemente se acercaba hacia nosotros. Si no hubiésemos estado rodeadas por militares -en un cuartel militar- hubiese salido corriendo, pero ya era muy tarde, él estaba ahí, mirándonos, buscando una respuesta en nuestros ojos intimidados y esquivos. “¿De dónde vienen las niñas?” preguntó el Coronel. Una de mis amigas, respondió, “de Los Andes…derecho”, tratando de cerrar la conversación. “¡Ah! Los Andes, y ¿quién está de Decano allá?”. “Eduardo Cifuentes”, respondió mi otra amiga, “el Magistrado”. “Sí, claro que lo conozco, él permitió el homosexualismo en las fuerzas militares. Una gran amenaza para la fuerza.” Y sin el menor de los reparos el Coronel continuó, “es que realmente no tengo nada en contra de los homosexuales, porque ¿Cómo tener algo en contra de los enfermos? A las personas enfermas no hay que castigarlas, hay que ayudarlas. Por eso no entiendo por qué ahora les dio [es decir a aquéllos que crearon y defienden el derecho constitucional a escoger su orientación sexual y no ser perseguido por ello] por decir que los homosexuales son normales y que hay que aceptarlos. ¡No! Hay que ayudarlos, pero no dejarlos que anden por ahí así.”
Cuando el Coronel finalizó su diatriba, las tres estupefactas nos miramos silenciosas. “Bueno mis niñas, que disfruten la conferencia.” En ese momento decidimos quedarnos solamente para ver qué pasaba. Creímos que era el momento para demostrar la tolerancia que tanto profesamos, pues ejercerla en un salón de la Universidad de Los Andes donde las profesoras y profesores enseñan y ejercen la libre expresión con respeto, no es lo mismo que en este cuartel militar, rodeada por militares, tomando nota atenta a las ideas de Plaza.

La conferencia empezó, y uno de los adoradores de Plazas tomó la palabra y explicó que la razón de ser de esta conferencia era la “forma lamentable y triste en que la Fiscalía ha perseguido al Coronel Plazas, por los hechos del Palacio de Justicia donde él no hizo más que proteger la vida”. Además dijo que este juicio era “el fraude judicial más grande de Colombia” y por lo tanto, por medio de ésta, entre otras conferencias, el Coronel Plazas tendría la posibilidad de “desengañar a la opinión pública.” Así empezó un sermón sin fin, donde Plazas -historiador- reconstruiría las verdades de nuestro país y de los hechos del Palacio de Justicia, para demostrar su inocencia. Empezó por explicar que la ignorancia, más los malos gobiernos, más los políticos irresponsables, más la pobreza, eran un caldo de cultivo para la izquierda global, y de ahí todas las desgracias de nuestro país. Después glorificó a las fuerza militares como la expresión del pueblo en armas; ¿cuál pueblo? Por lo menos no el pueblo al que yo pertenezco o quiero pertenecer. ¿Acaso nuestro pueblo se expresa por medio de aquellas fuerzas que se reúnen para armar falsos positivos a costa de la población civil? Después explicó que los soldados defienden a la Patria y no a los Derechos Humanos, ya que éstos son argumentos políticos de la izquierda. Cuando terminó de explicar al atento público del Opus Dei -y a nosotras tres- toda su justificación, defendió a capa y espada al Papa Benedicto y confesó avergonzarse de su religión por personajes tales como el cura guerrillero Camilo Torres.

Es absolutamente increíble que una persona que está sindicada, como lo está Plazas, pueda ofrecer conferencias desde su lugar de detención en estas condiciones, pero ése es un problema de la Fiscalía.

No puedo, sin dejar de ser consecuente con lo que creo y aprendo día a día en mi Facultad, criticar el hecho de que un público de ultra derecha se reúna a ver cómo un líder de la ultra derecha, reconstruye el país desde sus ojos. Plazas tiene todo el derecho de pensar aquellas cosas, incluso de reunirse con sus amigos y discutirlas, ese derecho lo consagra nuestra Carta tanto para Plazas como para cualquier otro ciudadano. Además Plazas tiene todo el derecho de creer en su inocencia y defenderla a toda costa. Lo que no entiendo es, por qué debe ser con el auspicio de La Universidad de Los Andes. Porque todavía no les he contado el más importante detalle: mientras el sindicado hablaba, un afiche con el logo de nuestra Universidad colgaba a su lado. Eso es lo único que encuentro verdaderamente reprochable.

SÍ. El evento había sido organizado por un selecto grupo de estudiantes de nuestra Universidad, entre otras. El ‘Círculo de opinión política’ se tomó la libertad de organizar esta conferencia en nombre de nuestra Universidad, nombre que Plazas repetía incesantemente cuando se refería a los organizadores del evento. Yo personalmente sí quisiera saber quiénes son estos estudiantes y si realmente es un grupo de discusión política o simplemente una manera para disfrazar un grupo de ultra derecha. Si realmente son un grupo de ultra derecha, pues que conformen un grupo que se llame Círculo de Ultra Derecha de estudiantes de la Universidad de Los Andes, pero que no traten de engañar al público con una falsa pretensión de neutralidad planteando que son un grupo de discusión política. ¿O es que acaso después de esta conferencia organizaron otra con las víctimas y familiares de los desaparecidos del Palacio de Justicia? Me inquieta saber quiénes son estas personas que organizan este tipo de eventos en mi nombre y en nombre de mis compañeras y compañeros, quién los patrocina, cuál es su razón social. Y por último pedirles que llamen a las cosas por su nombre, a las conferencias: conferencias, y a los mitines de propaganda política de la derecha: mitines de propaganda política de la derecha. Finalmente, si estos incógnitos quieren asistir a estos eventos que lo hagan, que los patrocinen y que los promuevan, pero no en nombre de mi Universidad, una institución apolítica, que cobija una comunidad de todo tipo de personas, incluso a aquellos supuestos “enfermos” a los que se refería Plazas Vega e incluso aquellos que nadamos en ese “caldo de cultivo para la izquierda global”.

Lástima que a los organizadores se les escapó un pequeño detalle, fue ahí en el Cantón Norte donde sucedió una de las más grandes victorias del M-19. Como lo explicó Plazas, de una manera absolutamente uribista, fueron “esos guerrilleros que ahora legislan” quienes llevaron a cabo el robo de armas del Cantón Norte, el lugar no podría estar más cargado de ironía. Pero claro, otro escenario sería imposible, pues supuestamente este lugar sirve de cárcel para el Coronel Plazas.

Adenda: Esta columna de OPINIÓN fue censurada por el periódico “AL DERECHO” de la Facultad de Derecho de esta Universidad. Antes de leerla, algunos miembros del Consejo Editorial se negaron a publicarla, vetando mi nombre y mis preferencias ideológicas. Luego, cuando la conocieron, reiteraron su decisión. Requeridos para que la publicaran, anunciaron que la divulgarían conjuntamente con otra columna que sobre el mismo tema pedirían a un pariente del General Plazas Vega, lo que por supuesto es inaceptable, pues con tal procedimiento mi opinión quedaría refutada por parte interesada, quien así gozaría de la ventajosa solución de controvertirme sin permitirme responder. Es lamentable que unos pocos se apoderen de los medios de expresión estudiantil. A mis colegas, futuros abogados, ojalá aprendan a poner en práctica las normas constitucionales que tanto pregonan, pero que a la hora de la verdad, tanto atropellan. Ojalá nuevo director del periódico, se encargue de corregir el precedente de intolerancia que han construido sus predecesores. Seguramente será Leal a su nuevo cargo y la responsabilidad que con él asume.

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